martes, 15 de diciembre de 2009

MEMORIAS DE UNA PARKA

Era Diciembre del año 1932, llegue una mañana gélida de invierno a Berlín, el motivo de mi ”trabajo” se encontraba en un bunker meticulosamente escondido en las afueras de la ciudad. Penetré en el quinto nivel del subsuelo del refugio nazi. El movimiento nacionalsocialista empezaba a dar sus primeros frutos en este refugio. Hacía pocos días que Albert Einstein había abandonado sus dependencias olvidando un viejo violín que acostumbraba a tocar en sus pequeños descansos. Einstein se encontraba en Estados Unidos donde impartía docencia en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton. Pero el motivo de mi visita no era Albert Einstein, veintitrés años más tarde ya me preocuparía de “visitarle”, si no su ayudante más íntimo el Doctor Burke Hoffman. Cuando discurría por el pasillo central del quinto nivel pude observar la cámara donde años antes ambos doctores con todo su equipo estaban estudiando el comportamiento de la bomba termonuclear, por mis conocimientos supe al instante que se basaba en la obtención de la energía desprendida al fusionarse dos núcleos atómicos, en lugar de la fisión de los mismos. Seguí paseando y vi un cuarto donde descansaban cuatro perros de raza doberman, cuyos cerebros habían sido manipulados. Entonces entre al laboratorio donde se encontraba el doctor Burke Hoffman, lo vi enfurruñado, absorto en su trabajo haciendo caso omiso de su ayudante personal, la doctora Heidi Weigel. Cierto es que nunca me inmiscuyo en el curso de la vida de la gente, no tuve nada que ver en la gran Guerra ocurrida 18 años antes, ni en su desenlace, ni en ninguna de las desgracias causadas por el hombre o cualquier desastre natural; solo actúo cuando creo que llega el momento, aunque es cierto que puedo interferir cuando me viene en gana y de la forma que lo deseo. Pero el interés de visitar al Doctor Burke era porque iba a pasar algo muy extraño, y sentía “curiosidad”, por ello me mostré ante él .Me hice visible ante sus ojos y dado que este asunto era “especial” me presente con mi forma verdadera. El doctor palideció ante mi presencia.


- ¿Quién es usted? o ¿qué es Usted? preguntó el Doctor
- Doctor Burke Hoffman, ha llegado su hora, vengo a por usted. le dije.
- ¿Qué quiere de mi?, ¡Santo Cielo!- No podía casi ni hablar ante mi presencia.
- Ustedes los humanos solo reparan en mi presencia cuando deseo mostrarme, algunas leyendas me llaman la Muerte, otros la Parka, pero yo no tengo nombre, cierto es que ha llegado su momento y este día es especial para mí, siento mucha curiosidad por lo que va a pasar.
- ¿qué- qué va a pa- pasar?- Gritaba agónicamente Burke.
Normalmente me suelo mostrar de varias formas, normalmente de forma humana, pero lo que iba a pasar me hizo mostrarme con mi VERDADERA forma.
Y entonces sucedió.

En el laboratorio B en el cual se seguía produciendo experimentos con las bombas de fusión, en ese momento no había ninguna persona de guardia, seguían girando los electrones sobre un eje formando un generador electromagnético, los isotopos de Hidrogeno Deuterio y Litio se iban trasformando, liberando mucha energía , se convirtió en Tritón y algunos neutrones de Helio, la temperatura en el recinto protegido alcanzó 20 millones de grados kelvin y pasó…
Una pequeña fuga de tres microsegundos , los aspiradores de antimateria se encendieron y prácticamente consiguieron sofocar toda la radioactividad por el aire, toda excepto un poco que pasó a la sala contigua donde estaba Jugernaut, un pequeño doberman que estaba descansando del último experimento con su cabeza. No se encontraban más perros en ese momento .La doctora Heidi Weigel hacía poco que había cosido su cabeza dándole veinticinco puntos de sutura después de un intento fallido de que soportara un cerebro humano. La radiación llego a Jugernaut, le entraron unos espasmos, parecía muerto, salivaba profundamente, su cerebro creció más de lo deforme que estaba, sangró, casi estallando la cabeza, sus vasos capilares estaban a punto de estallar, sus ojos adquirieron un color rojo intenso y crecía en él una fuerza superior a la suya propia; descomunal. Entonces “sentí” su transformación, aquel animal ya no era un pobre can, sino un monstruo ávido de atacar, de devorar cerebros, supuse que sería debido al sufrimiento al que le sometían los científicos nazis.

EL perro de pronto se volvió mas loco y corrió atravesando de un cabezazo la puerta de su celda-dormitorio, corrió por los pasillos sin encontrar a nadie y alcanzó la estancia en la que nos encontrabamos el doctor Burke, la doctora Heidi y yo. Los dos doctores vieron entrar al doberman y se asustaron. Más aún Burke Hoffman que a duras penas luchaba por no morir infartado viéndome a mí, la doctora no podía verme, no me mostré ante ella.
Jugernaut! - ¿Qué te pasa bonito?- dio un alarido la doctora.
Pero el perro no estaba en condiciones de escuchar a nadie y saltó sobre el pecho del doctor Hoffman, este cayó violentamente en el suelo y el perro empezó a morderle en la cabeza, desgarrándolo, pude ver su cerebro y como lo devoraba el cachorro Jugernaut. El doctor se balanceaba ya lentamente y me disponía a hacer mi trabajo, me molestaban los gritos de la doctora, pensé en llevármela a ella también aunque no era su hora.

El perro paró y se tumbó en el suelo como si estuviera haciendo la digestión , de la forma extraña que lo hacen las serpientes pitones después de tragarse un animal, parecía muerto, pero no lo estaba. Aprovechó la doctora Weigel para intentar reanimar al doctor herido de muerte. Unos pocos minutos después, entre los sollozos de la ayudante, volvió a ocurrir, se levantó Burke; su rostro era pálido, tenía el mordisco en la cabeza propinado por Jugernaut, sus ojos eran rojos, parecían inyectados en sangre, salivaba.
-Doctor, doctor ¿se encuentra bien?, ¡Dios mío! -no pudo pronunciar más palabras la doctora.
Burke se abalanzó sobre ella y le mordió en la cabeza, tenía una fuerza poderosa y estaba comiéndose su cerebro.
En ese momento cambié de parecer me llevé al perro conmigo al “otro lado” y decidí que no me apetecía el alma de Burke. A veces me fascinan las creaciones de los humanos por horripilantes que parezcan, y ya digo que no suelo meterme en la vida de los hombres, excepto que cuando llega la hora de arrebatarles su alma. Pero dejé vivo al doctor Burke Hoffman, bueno vivo, no era un “no muerto” como una de mis pequeñas criaturas a las que llamo vampiros, pero claro, eso es otra historia, en realidad era un muerto viviente. Le bauticé como el Primero. El primer infectado, permitiría que su vida discurriera como un zombi, si así lo llamaría, Zombi.
Continuará...
Juan Carlos Piquero

Ilustraciones: Kike

EL TREN

Aún estaba oscuro cuando ha sonado el despertador. Éste cacharro se empeña en joderme cada mañana a la misma hora. Por lo menos se calla cuando le meto una ostia.. una cosa por otra.Me he levantado y tras asearme un poco, me he vestido y he desayunado. Por el deslunado se oía a los vecinos, unos trasteando a oscuras, alguno jugando con el microondas, otros maldiciendo al despertador... más o menos como yo, hacía unos minutos.

Después de cerrar la puerta con llave he cogido el ascensor. Un día rutinario. Parecía.El coche lo había aparcado cerca de casa por lo que no me costó mucho tiempo ni esfuerzo llegar hasta él y ponerme en marcha rumbo a la estación de Sagunto.A las 08:15h., puntual, asomaba a lo lejos el tren de Cercanías destino Valencia, anunciado previamente por la voz robótica de una mujer (probablemente la novia de Terminator..)

Tras subir me he acomodado en un asiento y me he ralajado viendo el paisaje. Creo que he llegado a echar una cabezadita.El trayecto estaba siendo de lo más tranquilo, un niño jugaba con un caballito de plástico ante la orgullosa mirada de su madre. El tren se adentraba ya en la parada subterránea del Cabanyal.

Mirando por la ventana del tren he presenciado cómo un hombre agredía y mordía salvajemente a un vigilante de la estación mientras una multitud de gente miraba impotente.Cuando el tren ha parado, el hombre ha dirigido una mirada hacia todos los viajeros que a mi personalmente me los ha puesto de corbata.Cuando la gente que se bajaba en Cabanyal ha abierto las puertas, el hombre totalmente fuera de si se ha precipitado hacia ellos. El vigilante por su parte se comportaba ahora de una manera muy violenta, se había lanzado rabioso contra la multitud expectante, ahora totalmente horrorizada e histérica.
Gritos, gritos y más gritos. Es lo único que se oía.
El hombre violento se había colado en el tren, que había reanudado la marcha..Al fondo del vagón en el que yo iba se amontonaba la gente huyendo del inesperado visitante. Tenía que pensar rápido.. Por suerte me había sentado cerca del servicio. No lo he pensado dos veces. He entrado en el mini-lavabo y he cerrado con pestillo. Lo que ha sucedido a continuación aún me hiela la sangre con sólo pensarlo.Gritos de histeria, pidiendo ayuda, retumbaban en el vagón y en el cubículo en el que yo me encontraba encerrado. Voces guturales que acojonarían al más pintado y sobretodo los golpes.. golpes secos a los cristales del tren, golpes rotundos a la puerta del lavabo y golpes de los pobres desgraciados que intentaban escapar; que inútilmente han corrido de arriba para abajo, sin salida.Ahora era un tren lleno de locos violentos y con un tio encerrado en el wc. De puta madre.Me preguntaba si los maquinistas se habían enterado de algo. Seguro que estarían cagados de miedo dentro de la cabina. Y a ver si el revisor tenía cojones de salir a pedir los billetes. Qué gracia.Después de unos interminables minutos el tren ha parado, y afortunadamente no ha sido en Valencia, menuda escaramuza se habría montado. Ha parado en La Font de Sant Lluís.De repente los gritos han ido disminuyendo hasta que han desaparecido y se intuía tranquilidad fuera de mi cubículo. Podía salir?. Por prudencia he esperado 10 minutos antes de mover un músculo. Uno... Dos...Tres....Cuando me he decidido a salir, el aspecto del tren era desolador. Cadáveres por doquier, sangre brillante y muy roja pintandolo todo.Y ahi en el pasillo del vagón, yacía derrotado un caballito de plástico, sin señal de su dueño. Pobre criatura.Al abandonar el tren maldito me he topado con lo que quedaba de los pobres desgraciados que habían abierto las puertas para subir. La marea inhumana se había cebado con ellos. Deshechos exparcidos a lo largo de gran parte del andén era el único recuerdo de lo que habían sido hacía escasamente unos minutos.Sirenas... la policia, los bomberos o lo que fuera se acercaba a toda velocidad. Siempre llegan tarde...

He salido corriendo sin mirar atrás dirección to nowhere con uno de esos locos detrás bramando y babeando. Supongo que me habría visto al bajar del tren. Me he metido por una calle y he visto a un cartero que entraba en un patio... Antes de que se cerrara la puerta me he colado y he empezado a subir escaleras como un poseso.Mientras subía se oían golpes muy fuertes en la puerta del patio. El cabrón que me seguía se empleaba a fondo para intentar entrar...Ahora aquí estoy, en la última planta frente a la puerta que da a la terraza del edificio. Cerrada a cal y canto.Sólo espero que el cartero no le abra la puera a ese desgraciado.Mientras se me ocurre qué hacer, voy a avisar a todos los contactos que tengo almacenados en el móvil. Aunque me arruine maldita sea.
FIN kike © Akaciazombi.com

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